Sinopsis
Un acercamiento histórico al tema de lo esencial de la fe comienza con los primeros credos incluidos en el Nuevo Testamento, y traza el desarrollo del credo a través de las primeras formas del Credo de los Apóstoles al Credo Niceno y al Credo Atanasiano. La unidad entre todas las secciones principales de la cristiandad se encuentra en la declaración: una Biblia, dos testamentos, tres confesiones, cuatro concilios y cinco siglos. A partir de aquí hay puntos de vista divergentes, como la aceptación por parte de la ortodoxia oriental de siete concilios de la iglesia general y la aceptación por parte del catolicismo romano de veintiuno. Los anabaptistas rechazan la autoridad de cualquier concilio eclesiástico, pero aceptan en general las doctrinas que fueron declaradas en los primeros cuatro concilios, basados en su creencia en la Sola Scriptura (solo la Biblia).
Las doctrinas esenciales de la fe cristiana que surgen de este enfoque histórico son las contenidas en el Credo de los Apóstoles y desarrolladas en los credos posteriores de los primeros cinco siglos. Estas doctrinas incluyen (1) la depravación humana, (2) el nacimiento virginal de Cristo, (3) la impecabilidad de Cristo, (4) la deidad de Cristo, (5) la humanidad de Cristo, (6) la unidad de Dios, (7) la triunidad de Dios, (8) la necesidad de la gracia de Dios, (9) la necesidad de la fe, (10) La muerte expiatoria de Cristo, (11) La resurrección corporal de Cristo, (12) La ascensión corporal de Cristo, (13) El servicio sacerdotal de Cristo, y (14) La segunda venida de Cristo, el juicio final y el reinado de Cristo. El cielo y el infierno están implicados en el juicio final y se explican en los credos posteriores.
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La antigua máxima en lo esencial, unidad; en lo no esencial, libertad; y en todas las cosas, caridad prácticamente todos la conocen. La pregunta es, ¿cuáles son los elementos esenciales? Hay tres razones principales para buscar la respuesta a esto. Primero, las doctrinas esenciales son la base de nuestra unidad, ya que la verdadera unidad es la unidad en la verdad, y estas doctrinas son las verdades esenciales. Segundo, las doctrinas esenciales distinguen las sectas del cristianismo del verdadero cristianismo, ya que estos grupos afirman ser cristianos pero niegan una o más de las doctrinas esenciales que la iglesia cristiana ha sostenido históricamente. Sin embargo, no es posible identificar estas sectas a menos que sepamos cuáles son los elementos esenciales. Tercero, las doctrinas esenciales son las únicas verdades sobre las cuales tenemos derecho a dividirnos (es decir, romper la comunión). Es mejor estar divididos por causa de la verdad que estar unidos en el error cuando se compromete lo esencial (por ejemplo, Galatas 1:6-9; 2:11-14; 1 Timoteo 1:19-201 Timoteo 1:19-20
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WP-Bible plugin), pero es un gran error para aquellos que sostienen la verdad estar divididos en cuestiones no esenciales (por ejemplo, Efesios 4:3Efesios 4:3
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WP-Bible plugin). Nos corresponde, por lo tanto, conocer la diferencia; de lo contrario, podemos encontrarnos divididos de aquellos con quienes debemos estar unidos y unirnos con quienes deberíamos estar divididos.
Afortunadamente, no somos los primeros en pisar este terreno. La iglesia, particularmente la iglesia primitiva, ha enfrentado este asunto antes. Por lo tanto, será útil examinar algunos intentos históricos de definir las creencias cristianas básicas antes de intentar explicar en detalle cuáles pueden ser estos elementos esenciales. Junto a San Agustín, podemos dar gracias a Dios por los herejes,1 porque sin ellos la iglesia no se habría visto obligada a aclarar lo que residía en el depósito original de la fe.
Expresiones históricas de doctrinas esenciales
Muchos de los libros del Nuevo Testamento y las declaraciones similares a credos que se encuentran en ellos, surgieron en un contexto de negaciones heréticas de verdades que estaban contenidas en la revelación cristiana en desarrollo. Hay varias de estas breves confesiones similares a un credo. Una de ellas se encuentra en 1 Timoteo 3:161 Timoteo 3:16
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Dios fue manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.2
Algunos creen que este pasaje es el núcleo de lo que más tarde se convirtió en el Credo de los Apóstoles. Contiene (1) la deidad de Cristo, (2) su encarnación (humanidad), (3) su resurrección, (4) su proclamación y recepción, y (5) su ascensión. Sin embargo, por breve e importante que sea, no hay razón para creer que se pretendía enunciar todos los elementos esenciales de la fe cristiana. Sin embargo, expresa doctrinas cristianas fundamentales.
Otra declaración similar a un credo se encuentra en 1 Corintios 15:3-51 Corintios 15:3-5
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WP-Bible plugin. La confesión que se repite varias veces:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce.
Aquí también se conservan los elementos esenciales del evangelio (v. 1), pero no hay razón para creer que éstas son todas las doctrinas cristianas fundamentales. Sin embargo, el fundamento en las Escrituras inspiradas, la muerte y sepultura de nuestro Señor, y su resurrección corporal física y las apariciones son todas creencias esenciales de la fe cristiana, así como lo son las doctrinas de que somos pecadores y que Cristo murió por los pecadores.
El kerigma de Pedro en Hechos 10
Otros señalan al kerigma (proclamación) de Pedro como el núcleo confesional del cristianismo del Nuevo Testamento. Se señala que el bosquejo de este kerigma está en el sermón de Pedro en Hechos 10:36-43Hechos 10:36-43
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Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; (1) éste es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo (2) Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (3) Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; (4) a quien mataron colgándole en un madero. (5) A éste levantó Dios al tercer día, (6) e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que (7) él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
Se observa que este párrafo kerigmático contiene el bosquejo del evangelio de Marcos, que muchos consideran como el evangelio de Pedro, ya que Marcos fue su ayudante (1 Pedro 5:131 Pedro 5:13
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WP-Bible plugin) y tal vez ayudó a Pedro en su composición. Las doctrinas esenciales de la fe cristiana que menciona (numeradas arriba) son (1) la deidad de Cristo, (2) la deidad y personalidad del Espíritu Santo, (3) el testimonio apostólico, (4) la humanidad y muerte de Cristo, (5) su resurrección corporal, (6) sus apariciones corporales, (7) su segunda venida y el juicio final que sigue, y (8) la salvación por la fe en Cristo.
Algunos eruditos creen que en la iglesia primitiva existía un tratado sobre este tema, aunque solo sobreviven unos pocos fragmentos. Clemente de Alejandría aparentemente tenía una copia del mismo, y Orígenes pensó que era genuino en todo o en parte.3
El Credo de los Apóstoles
Uno de los primeros intentos de un credo cristiano formal preservado como tal se conoce como el Credo de los Apóstoles. Éste sufrió varios cambios a lo largo de los primeros siglos de la iglesia.
El Antiguo Credo Romano
La primera forma del Credo de los Apóstoles nació en Roma:
Creo en Dios Todopoderoso, y en Cristo Jesús, su único Hijo, nuestro Señor; que nació del Espíritu Santo y de la Virgen María; que fue crucificado bajo Poncio Pilato y fue sepultado, y al tercer día resucitó de entre los muertos; que subió al cielo, y se sentó a la diestra del Padre, de donde viene a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo, la santa iglesia, la remisión de los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna.
El Credo Galicano
Para el siglo VI, habían ocurrido ciertos cambios en el Credo de los Apóstoles. Esta versión dice lo siguiente (con los cambios significativos en negrita):
Creo en Dios Padre Todopoderoso. Yo también creo en Jesucristo Su único Hijo, nuestro Señor, concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María, sufrió bajo Poncio Pilato, crucificado, muerto y sepultado; descendió al infierno, resucitó al tercer día, ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre, y de allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia católica, la comunión de los santos, la remisión de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Las adiciones más cruciales fueron que Jesús sufrió (lo que contradice las opiniones del docetismo que negaba su verdadera humanidad y por lo tanto su capacidad de sufrir), que descendió al infierno (que reconoció su existencia), y la adición de las palabras “católica” (que significa universal) y “comunión” (que indica una unidad general de los creyentes en torno a este núcleo doctrinal común).
Las doctrinas esenciales contenidas en esta versión incluyen (1) la Trinidad, (2) la deidad de Cristo, (3) su concepción virgen, (4) su humanidad, (5) su sufrimiento y muerte por nuestros pecados, (6) su resurrección física, (7) su posición actual a la derecha del Padre, y (8) su segunda venida y juicio final. Por supuesto, a lo largo de todo el credo está (9) la necesidad de creer para tener la remisión de los pecados, porque comienza con la expresión “creo”.
El Credo Actual
La forma actual del Credo de los Apóstoles no se conformó hasta alrededor de 750 d.C.4.No difiere en sustancia del Credo Galicano. La diferencia más significativa es la declaración añadida sobre la creación (indicada en negrita):
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido del Espíritu Santo, nacido de la Virgen María, sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado, murió y fue sepultado. Descendió al infierno. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió al cielo y se sienta a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne (gr. sarx), y la vida eterna.
El uso de la palabra cuerpo en vez de carne, como se encuentra en muchas traducciones recientes del Credo de los Apóstoles, es un cambio importante con implicaciones doctrinales. La palabra griega sarx en el Credo de los Apóstoles fue traducido correctamente como carne hasta los tiempos modernos. Ha sido reemplazada por la palabra cuerpo, que abre fácilmente la posibilidad de negar la naturaleza física de la resurrección. Esto se debe a las influencias neo-gnósticas en el cristianismo contemporáneo que se manifiestan en la neo-ortodoxia5 y en algunas creencias neo-evangélicas.6
El Credo Niceno (325 d. C.)
El segundo gran credo amplió la expresión de la ortodoxia para contrarrestar las herejías que negaban la deidad de Cristo, su estatus de igualdad con el Padre, y su ser de una sola sustancia (esencia) con el Padre. También fue cambiado.
El Credo Original
La versión original del año 325 d.C. dice (con adiciones significativas al Credo de los Apóstoles indicadas en negrita):
Creemos en un solo Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, engendrado por el Padre, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, siendo de una sola sustancia con el Padre por quien todas las cosas fueron hechas; el cual por nosotros los hombres, y para nuestra salvación, descendió y se encarnó y fue hecho hombre; sufrió, y al tercer día resucitó, ascendió al cielo; de allí vendrá a juzgar a los [vivos] y a los muertos. Y [creemos] en el Espíritu Santo.
El Credo Constantinopolitano
La versión ampliada de Constantinopla de 381 d.C. dice (con cambios significativos en negrita):
Creemos en un solo Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, engendrado del Padre ante todos los mundos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, siendo de una sola sustancia con el Padre por quien todas las cosas fueron hechas; el cual por nosotros los hombres, y para nuestra salvación, descendió del cielo, y fue encarnado por el Espíritu Santo de la Virgen María, y fue hecho hombre, y fue crucificado también para nosotros bajo Poncio Pilato. Sufrió y fue sepultado, y al tercer día resucitó según las Escrituras, y subió al cielo y se sentó a la diestra del Padre. Y volverá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos, cuyo reino no tendrá fin. Y creemos en el Espíritu Santo, el Señor y Dador de Vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo juntos es adorado y glorificado, que habló por los profetas. Y creemos en una santa iglesia católica y apostólica. Reconocemos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Y esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero.
Las adiciones significativas al Credo de los Apóstoles incluyen (1) un énfasis en la deidad plena de Cristo, (2) la unidad de la Divinidad, (3) el papel de Cristo en la creación, (4) su verdadera humanidad y encarnación, (5) su misión de salvarnos, (6) la gloria de su regreso, (7) el reinado de Cristo después de su segunda venida, y (8) la procesión del Espíritu Santo del Padre. La versión original tuvo cuidado de añadir que Cristo no fue hecho, es decir, que era increado y eterno, Dios verdadero de Dios verdadero.
El debate intramuros más significativo entre los teólogos conservadores es el de la cláusula filioque (y el Hijo), que afirma que el Espíritu Santo procede tanto del Hijo como del Padre. La frase no estaba en el credo niceno original (325 d.C.), sino que fue añadida en 589 d.C. en el Tercer Concilio de Toledo no ecuménico. Cuando fue adoptado por la Iglesia Romana, se convirtió en la ocasión para la escisión de Roma por parte de la Iglesia Ortodoxa Oriental en el año 1050.7 En su obra clásica, Creeds of Christendom (Credos de la cristiandad), el historiador Philip Schaff está de acuerdo con esta descripción de los hechos, añadiendo que el texto actual del Credo de los Apóstoles como un todo completo, difícilmente podemos rastrearlo más allá del VI, ciertamente no más allá del final del siglo V, y que su triunfo sobre todas las demás formas en la Iglesia Latina no se completó hasta el siglo VIII.8
Como afirma Schaff, el Credo Niceno fue el primero que tuvo autoridad universal en la iglesia cristiana;9 pero aun así, tenía tres formas: el Niceno original (325 d.C.); el Constantinopolitano ampliado (381 d.C.), que agrega todo después de que creemos en el Espíritu Santo excepto el anatema; y la forma latina aún más tardía cuando la cláusula filioque fue aprobada (pero no agregada al credo) por los papas León III (809 d.C.) y Nicolás I (858 d.C.).10 Esta aprobación papal llevó finalmente a que la frase se añadiera al credo, y al cisma con la Iglesia Oriental.
El Credo Atanasiano (c. 428 d.C. o posterior)11
La mayoría de los eruditos ya no creen que Atanasio fuera el autor de este credo; sin embargo, refleja su fuerte énfasis en la deidad de Cristo. También es la primera y más fuerte declaración explícita del credo sobre la Trinidad. Los anglicanos y la mayoría de los cuerpos protestantes, en consecuencia, lo adoptaron, aunque algunos han tenido reservas sobre la condena al infierno de todos los que rechazan la verdad de la encarnación y de la Trinidad. Su texto es el siguiente:
Quienquiera que sea salvo, ante todo es necesario que tenga la fe católica. La fe que, a menos que cada uno la conserve íntegra e inmaculada, sin duda perecerá eternamente. Y la fe católica es ésta: que adoramos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir las Personas ni dividir la sustancia [esencia]. Porque hay una persona del Padre, otra del Hijo y otra del Espíritu Santo. Pero la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es toda una: gloria igual, majestad coeterna. El Padre [es] increado, el Hijo [es] increado, y el Espíritu Santo [es] increado. El Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Por lo tanto se nos prohíbe por la religión católica decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre no está hecho por nadie: ni creado, ni engendrado. El Hijo es solo del Padre: no hecho, ni creado, sino engendrado; y en la Trinidad ninguno es antes ni después de otro; ninguno es mayor ni menor que otro. Pero las tres personas son coeternas, y coiguales. Por lo tanto, el que sea salvo debe pensar así sobre la Trinidad.
Además, es necesario para la salvación eterna que él también crea correctamente en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la fe correcta es que creemos y confesamos: que nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, es Dios y hombre; Dios, de la sustancia (esencia) del Padre; engendrado antes de los mundos; y hombre, de la sustancia (esencia) de su madre, nacida en el mundo; Dios perfecto, y hombre perfecto; de un alma razonable y carne humana que subsiste. Igual al Padre, en cuanto a su Divinidad; e inferior al Padre, en cuanto a su humanidad. Quien, aunque sea Dios y hombre, no es dos, sino un solo Cristo. Uno, no por la conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la humanidad en Dios. Uno en total, no por confusión de sustancia [esencia], sino por la unidad de la persona, quien sufrió por nuestra salvación, descendió al infierno y resucitó de la muerte al tercer día. Subió al cielo, está sentado a la derecha del Padre, Dios Todopoderoso. De allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. A su venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y darán cuenta de sus obras. Y los que hicieron el bien irán a la vida eterna, y los que hicieron el mal al fuego eterno.
Varias cosas en este credo requieren atención. Primero, el énfasis está en la Trinidad y la encarnación de Cristo. Segundo, los autores del credo creían firmemente no solo que la doctrina ortodoxa es importante, sino que es necesaria para la salvación. Tercero, el credo está dirigido contra muchas herejías: contra el triteísmo, afirma que no hay tres dioses, sino un solo Dios. Contra el monofisismo, afirma que no hay confusión ni mezcla de las dos naturalezas (humana y divina) de Cristo. Contra el nestorianismo, declara que hay una unidad de las dos naturalezas de Cristo en una persona. Contra el arrianismo, declara que el Hijo es igual en sustancia al Padre y que no fue hecho sino que es increado y eterno.
En respuesta a la noción lógicamente absurda de que el Dios infinito se convirtió en un ser humano finito, deja claro que la deidad no se convirtió en humanidad, sino que la segunda persona de la Divinidad asumió una naturaleza humana además de su naturaleza divina. Esto, por supuesto, elimina la herejía del adopcionismo, que Jesús era meramente un hombre que fue adoptado por la Divinidad como Hijo. No fue la sustracción de la deidad, sino la adición de la humanidad. También excluye el apolinarismo, ya que se refiere al Hijo como plenamente humano, que subsiste como un hombre perfecto, de alma razonable y carne humana, no parcialmente humano.
Finalmente, este es el primero de los credos que se refiere explícitamente a la naturaleza del juicio final después de la segunda venida de Cristo como vida eterna (cielo) para los salvos y fuego eterno (infierno) para los perdidos. La vida eterna implica la existencia consciente, por lo tanto, también se aplica para la frase paralela: fuego eterno. La frase “perecerá eternamente” también implica conciencia, ya que en la aniquilación uno perecería instantáneamente, no eternamente. Por lo tanto, el credo también condena el aniquilacionismo como herético; y puesto que implica que habrá gente en ambos lugares, también excluye el universalismo de la ortodoxia.
En resumen, este es un credo asombroso que explícitamente anatematiza (pronuncia como maldita) una gran cantidad de herejías.
El Credo de Calcedonia (451 d. C.)
El tercero de los tres grandes credos es el de Calcedonia. Fue aprobado en una sesión ecuménica. Abarca los credos precedentes y añade elementos teológicos que están en desarrollo (las adiciones se indican en negrita):
Siguiendo, pues, a los santos padres, nos unimos para enseñar a todos los hombres a confesar al solo y único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto tanto en deidad como en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, con un alma y un cuerpo racionales [humanos]. Él es de la misma realidad que Dios en cuanto a Su deidad y de la misma realidad que nosotros mismos en cuanto a Su humanidad; como nosotros en todos los aspectos, excepto el pecado. Antes de que el tiempo comenzara, él fue engendrado por el Padre, con respecto a Su deidad, y ahora en estos últimos días, para nosotros y por nuestra salvación, nacido de la virgen María, portadora de Dios con respecto a Su humanidad.
Enseñamos también que comprendemos a éste y único Cristo Hijo, Señor, unigénito en dos naturalezas; y lo hacemos sin confundir las dos naturalezas, sin transmutar [cambiar] una naturaleza en otra, sin dividirlas en dos categorías separadas, sin contrastarlas según el área o la función. El carácter distintivo de cada naturaleza no es anulado por la unión. En cambio, las propiedades de cada naturaleza se conservan y ambas naturalezas coinciden en una persona y en una realidad [hipóstasis]. No están divididas o cortadas en dos personas, sino que son juntas una misma única y unigénita Palabra [Logos] de Dios, el Señor Jesucristo. Así han testificado los profetas de antaño; así nos enseñó el Señor Jesucristo mismo; así nos ha transmitido el símbolo de los padres [es decir, el Credo Niceno].
Además de la Divinidad trina, el nacimiento virginal de Cristo, y su humanidad y deidad, este credo enfatiza la unidad hipostática de sus dos naturalezas en una sola persona (oponiéndose así al nestorianismo y al monofisismo), sin separación ni confusión. También se enfatiza la perfección y el cumplimiento de ambas naturalezas, junto con la eternidad del Hijo, antes de todos los tiempos. Además, con el acento puesto en la unión de las dos naturalezas, el credo llega a llamar a María la “portadora de Dios” (gr. theotokos), porque la persona a la que dio a luz en cuanto a su naturaleza humana era también Dios en cuanto a su naturaleza divina.
Criterios para discernir la ortodoxia
Con este contexto histórico, estamos mejor preparados para discernir cuáles son los elementos esenciales de la fe cristiana. Sin embargo, un análisis histórico no resuelve todos los problemas, ya que no todas las secciones de la cristiandad aceptan todos los credos y concilios de la iglesia. La mayoría de las secciones de la cristiandad aceptan los primeros tres credos (de los Apóstoles, Niceno y de Calcedonia) y cuatro concilios (Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia) como una declaración definitiva de ortodoxia; sin embargo, no todos lo aceptan.
El punto de vista católico romano
Los católicos romanos aceptan veintiún concilios eclesiásticos como autoritativos. Sin embargo, los ortodoxos orientales aceptan solo los primeros siete como autoritativos, y todos los no católicos rechazan la autoridad de los concilios posteriores, señalando numerosas doctrinas pronunciadas en ellos que son contrarias a las Escrituras. Entre estas doctrinas se incluyen la adoración de iconos, la veneración de María, la oración por los muertos, el purgatorio, la necesidad de obras para la salvación, la inspiración de los apócrifos, la adoración de los elementos consagrados de la comunión, la asunción corporal de María y la infalibilidad del papa.12
El punto de vista reformado
La visión reformada aquí se refiere a lo que se conoce como la Reforma Magistral (siguiendo a Lutero y Calvino). Esta tradición generalmente solo acepta las doctrinas de los primeros cuatro concilios eclesiásticos, ya que a partir del quinto concilio comenzaron a surgir doctrinas objetables. Sin embargo, aquellos que pertenecen a esta tradición reformada están de acuerdo con las otras secciones principales de la cristiandad en el dictamen: una Biblia, dos testamentos, tres credos, cuatro concilios y cinco siglos.
En general, si uno considera solo las doctrinas principales de estos credos, y no los anatemas o la cuestión de su autoridad, incluso la mayoría del resto de la cristiandad (es decir, los anabaptistas) están de acuerdo con su expresión doctrinal básica de la fe cristiana. Sin embargo, hay tres apreciaciones importantes. En primer lugar, está la cuestión de los anatemas. La mayoría de los evangélicos no estarían de acuerdo en que aquellos que niegan cualquiera de las doctrinas del Credo Atanasiano irán al infierno, pero esto es lo que dice el credo, a saber:
Esta es la fe católica [es decir, universal]: si un hombre no cree fielmente, no puede ser salvado.
Una gran parte del movimiento evangélico niega que uno debe creer en todas las doctrinas como una condición para la salvación.
Segundo, el credo parece incluir la regeneración bautismal13 como una de las doctrinas que forman parte del credo ortodoxo con el que uno debe estar de acuerdo o perderse para siempre. Tanto Calvino como los anabaptistas rechazan la regeneración bautismal, e incluso la mayoría de las personas que aceptan la doctrina no están de acuerdo en que los que la rechazan irán al infierno para siempre.
Finalmente, el Credo Atanasiano parece afirmar la visión amilenial adoptada por el último Agustín y muchos de los que le siguieron, mientras que muchos de los primeros padres de la iglesia antes de él e incluso el propio Agustín en su período anterior eran premileniales.14 El credo parece declarar una resurrección general de salvos y perdidos cuando Cristo regresa, mientras que el punto de vista premilenial exige dos resurrecciones separadas por mil años (cf. Apocalipsis 20:46Apocalipsis 20:46
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WP-Bible plugin). Sin embargo, incluso la mayoría de los que son amilenialistas no harían de esta doctrina una prueba de ortodoxia, como de hecho no debería ser.
El punto de vista anabaptista
Este punto de vista a veces es llamado la Reforma Radical.15 La mayoría de las tradiciones bautistas, congregacionalistas, carismáticas, menonitas, la Iglesia Libre y las tradiciones de la Iglesia Independiente provienen de esta tradición. Muchos en esta tradición tenían un gran respeto por el Credo de los Apóstoles y eran evangélicos en sus creencias doctrinales centrales, pero rechazaban cualquier autoridad eclesiástica, afirmando firmemente la visión de que solo la Biblia tiene autoridad divina. Esto no significaba que creyeran que las confesiones no tenían ningún valor, o que los primeros credos no contenían doctrina ortodoxa esencial. Simplemente significa que ellos creían que solo la Biblia es infalible y divinamente autoritativa. En palabras de Tomás de Aquino (1225-1274), quien resumió la creencia de muchos Padres antes que él:
Nosotros creemos en los sucesores de los apóstoles solo en la medida en que nos dicen aquellas cosas que los apóstoles y los profetas han dejado en sus escritos.16
Referencias
1. Agustín, La verdadera religión. En: Augustine: Earlier Writings (Agustín: Escritos tempranos), ed. J.H.S.Burleigh (Filadelfia: Westminster, 1953), 8.
2. Todas las citas bíblicas son de la Versión Reina-Valera 1960.
3. The Oxford Dictionary of the Christian Church (Diccionario Oxford de la iglesia cristiana), eds. F. L. Cross, 2ª edición. (Oxford University Press, 1978),1070.
4. Documents of the Christian Church (Documentos de la iglesia cristiana), ed. Henry Bettenson (Nueva York y Londres: Oxford University Press, 1961), 35.
5.Véase Norman L. Geisler, The Battle for the Resurrection (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1989), cap. 6.
6.El teólogo neo-ortodoxo Emil Brunner declaró enfáticamente, Resurrección del cuerpo, sí: ¡Resurrección de la carne, no! Véase Dogmatics (Dogmática), vol. 2, The Christian Doctrine of Creation and Redemption (La doctrina cristiana de la creación y la redención), (Filadelfia: Westminster Press, 1952), 372.
7. The Oxford Dictionary (Diccionario Oxford), 51213.
8. Philip Schaff, The Creeds of Christendom: The History of the Creeds (Los credos de la cristiandad: La historia de los credos), (Grand Rapids: Baker Book House, 1983), 1.19.
11. Philip Schaff afirma que es un resumen claro y preciso de las decisiones doctrinales de los primeros cuatro concilios ecuménicos entre los años 325 y 451 d.C. (The Creeds of Christendom [Los credos de la cristiandad], 1.37). Esto lo colocaría después del 451 d.C.
12. Ver Norman L. Geisler y Ralph MacKenzie, Roman Catholics and Evangelicals: Agreements and Differences (Católicos romanos y evangélicos: Acuerdos y diferencias), (Grand Rapids: Baker Book House, 1995).
13. Para una discusión en profundidad sobre la regeneración bautismal, ver H. Wayne House, Baptism for The Forgiveness of Sins: Sign, Seal, or Means of Grace? Part One (Bautismo para el perdón de los pecados: ¿Señal, sello o medio de gracia? Primera parte). En: Christian Research Journal 22, 2 (1999): http://www.equip.org/PDF/DB055-1.pdf; y Part Two (Segunda parte), Christian Research Journal 22,3 (2000): http://www.equip.org/PDF/DB055-2.pdf.
14. Las obras patrísticas de los primeros padres que fueron premileniales incluyen a Bernabé, Clemente de Roma, el Pastor de Hermas, Ignacio, Policarpo, Papías, Ireneo, Comodiano, Justino Mártir, Lactancia, Metodio, Epifanio, Gregorio de Nisa, y el Testamento de los Doce Patriarcas. Ver George Peters, The Theocratic Kingdom (El reino teocrático), (Grand Rapids: Kregel Books, 1972 reimpresión), 1.451. Para la posición anterior de Agustín, ver La ciudad de Dios, 20.7.
15.Véase George Hunston Williams, The Radical Reformation (La reforma radical), (Truman State University Press, 2000) y Leonard Verduin, The Reformers and Their Stepchildren (Los reformadores y sus hijos adoptivos), (Grand Rapids: Eerdmans, 1964).16. Aquino, Sobre la verdad, 14.1011.
16.Aquino, Sobre la verdad, 14.1011.
Este artículo fue publicado por primera vez en el Christian Research Journal (Revista cristiana de investigaciones), volumen 28, número 5 (2005). Original en inglés: https://www.equip.org/article/the-essential-doctrines-of-the-christian-faith-part-one/
Traducido con permiso. Traducido por Eduardo Joudzbalis. Edición de estilo: César Orellana.
Norman Geisler
El Dr. Norman Geisler es, posiblemente, el apologista cristiano evangélico más prominente de los últimos 50 años. A lo largo de su carrera como autor y conferencista, ha combinado de manera singular sus destrezas como filósofo y evangelista, mostrando su compromiso incansable con la defensa de la fe y su preocupación por llevar a Cristo a los que aún no han creído. Ha sido acertadamente descripto como un cruce entre Santo Tomás de Aquino y Billy Graham. Autor o coautor de más de 100 libros y cientos de artículos, Geisler ha enseñado teología, filosofía y apologética cristiana clásica por más de 50 años en algunos de los mejores seminarios de los Estados Unidos. Trabajó junto al Dr. Walter Martin en el Christian Research Institute. Su clásico "Apologética" junto a Ron Brooks fue publicado por Unilit en 1995. Su sitio web es www.normangeisler.com