Bertrand Russell

Deberías conocer a Bertrand Russell.- Douglas Groothuis

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Cuando los cristianos piensan en Bertrand Russell (si es que lo hacen), probablemente recuerdan a un famoso ateo británico que escribió un libro titulado Por qué no soy cristiano. En su larga y rica vida, Russell (1872–1970) fue un ateo declarado y posiblemente el ateo más destacado del mundo occidental en el siglo XX. Sin embargo, su carrera no se basó en su ateísmo, sino en su extenso compromiso con la filosofía y las posiciones controvertidas que asumió sobre cuestiones morales, como el pacifismo. Algunos aspectos de su filosofía son beneficiosos para la defensa filosófica del cristianismo porque sus ataques a la fe, a pesar de su popularidad, son en realidad bastante débiles.

Trayectoria

Russell fue un académico y filósofo brillante, autor de más de setenta libros y más de dos mil ensayos sobre temas de filosofía, ética, educación, ciencia y matemáticas. Escribió tanto para la academia como para el público en general, y fue un periodista prolífico. Quizás sea más conocido por A History of Western Philosophy [Una historia de la filosofía occidental] (1945), que he consultado muchas veces. Ingeniosos pero típicos, los prejuicios anticristianos de Russell se filtran a veces, especialmente cuando afirma de manera equivocada que el giro de Blaise Pascal hacia la devoción religiosa más adelante en su vida lo llevó a menospreciar la ciencia y desperdiciar sus prodigiosos talentos intelectuales.1 Russell ganó el Premio Nobel en 1950 y fue uno de los filósofos más destacados del siglo XX. Aunque sus puntos de vista no tradicionales sobre la ética sexual impidieron que se le ofreciera una prestigiosa cátedra en el City College de Nueva York en 1955.

Puntos para elogiar

Russell podría ser un escritor magistral. En un célebre pasaje de su ensayo, “La adoración de un hombre libre”, se vuelve elocuente sobre la situación de la humanidad en la era moderna. En una oración expansiva pero hermosa, Russell describe poéticamente los lineamientos de su credo ateo.

Que el Hombre es producto de causas que no tenían previsto el fin que estaban alcanzando; que su origen, su crecimiento, sus esperanzas y temores, sus amores y sus creencias, no son más que el resultado de ubicaciones accidentales de átomos; que ninguna pasión, ningún heroísmo, ninguna pensamiento y sentimiento intenso puede preservar una vida individual más allá de la tumba; que todos los trabajos de los tiempos, toda la devoción, toda la inspiración, todo el brillo del genio humano están destinados a la extinción en la vasta muerte del sistema solar, y que todo el edificio de los logros del Hombre inevitablemente debe ser enterrado bajo los escombros de un universo en ruinas: todas estas cosas, aunque no del todo indiscutibles, son sin embargo casi tan seguras que ninguna filosofía que las rechace puede esperar sostenerser.”2

Al igual que Frederick Nietzsche, Russel entendió las consecuencias de rechazar a Dios y aceptar un cosmos sin Dios y sin propósito.3 En esto podemos encomiar su honestidad. Ojalá todos los ateos fueran tan conscientes filosóficamente. Sin embargo, Russell no sucumbió al nihilismo sino que estaba animado por la esperanza. Dijo: “Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una piedad insoportable por el sufrimiento de la humanidad”.4 En su autobiografía escribe que había encontrado el amor hacia el final de su vida, que había logrado un poco de conocimiento del “corazón de los hombres”, “por qué brillan las estrellas” y del “poder pitagórico por el cual el número mantiene el dominio sobre el flujo“.5 Dijo que viviría su vida otra vez.

En segundo lugar, debemos elogiar a Russell por su método en filosofía, a pesar de que estemos en desacuerdo con sus conclusiones filosóficas. Junto a G.E. Moore y el primer Ludwig Wittgenstein, Russell desarrolló la escuela de filosofía analítica a principios del siglo XX. Llamó a esto “la filosofía del análisis lógico”.6 Russell rechazó la filosofía monumental, amplia y extensa de Hegel (que a menudo es incomprensible) en favor de la precisión de un relojero suizo. Este enfoque se basa en la precisión y claridad de la buena redacción científica, pero no necesita abordar cuestiones científicas. Los filósofos analíticos se esfuerzan por definir sus términos con cuidado, trabajar en las cuestiones intelectuales una a la vez, tener una profunda preocupación por cómo funciona el lenguaje y articular explícitamente el tipo de argumentos que ofrecen.

Aunque los primeros defensores de la filosofía analítica no eran cristianos, el método en sí es neutral en cuanto al resultado. Los filósofos cristianos más distinguidos de nuestra época son analíticos en su método, como Alvin Plantinga, William Lane Craig, J.P. Moreland y Richard Swinburne. Por supuesto, hay filósofos analíticos que también son ateos, como Thomas Nagel y John Searle.7

En tercer lugar, vale la pena estudiar y aplicar la filosofía de la verdad y la falsedad de Russell en un mundo de relativismo posmoderno en el que se cuestionan las afirmaciones objetivas de la verdad, como “Jesús resucitó de entre los muertos”. En su obra de 1912 Los problemas de la filosofía, Russell distingue correctamente qué es la verdad cómo puede conocerse la verdad. Si fallamos en discernir el significado de la verdad, nunca podremos determinar qué declaraciones son verdaderas y cuáles son falsas. En otras palabras, no podemos probar la verdad de un enunciado a menos que hayamos definido la naturaleza de la verdad.8

Russell escribe que “la verdad y la falsedad son propiedades de las creencias y las declaraciones; por lo tanto, un mundo de mera materia, que no contendría creencias o afirmaciones, tampoco contendría verdad o falsedad.”9 Sin embargo, “la verdad o la falsedad siempre dependen de algo que se encuentra fuera de la creencia misma”.10 Para que la afirmación “Jesús resucitó de entre los muertos” sea verdadera, debe corresponder al hecho de que Jesús resucitó de entre los muertos. La verdad y la falsedad son propiedades de las creencias, pero son propiedades que dependen de su relación con cosas fuera de las creencias mismas, y “no de ninguna cualidad interna de las creencias”.11 Por lo tanto, ser sincero o estar convencido no es una garantía de que la creencia de uno sea verdadera. Usted puede esta sinceramente equivocado si su creencia no se corresponde con la afirmación que afirma. “Así, una creencia es verdadera cuando hay un hecho correspondiente y es falsa cuando no hay un hecho correspondiente”.12

El lector debe ver que lo que se llama “teoría de la correspondencia de la verdad” (tal como la definen Russell y otros) es necesaria para la proclamación y defensa del evangelio. Considere la gran afirmación de Pablo acerca de la resurrección de Jesús.

Y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes. Aún más, resultaríamos falsos testigos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido si en verdad los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y, si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo. Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales. Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron.”

(1 Corintios 15:141 Corintios 15:14
Spanish: Biblia Reina Valera - revisión de 1995 - RVR95

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–20 NVI)

Para decirlo filosóficamente, Pablo está asumiendo que la declaración “Dios resucitó a Cristo de entre los muertos” es verdadera porque es un hecho. No es verdad porque Pablo lo haya dicho o porque mucha gente lo haya creído. Sus creencias se hacen realidad por el hecho de la Resurrección. La afirmación opuesta de que “Cristo no ha resucitado” es falsa porque no se corresponde con los hechos.

A pesar de su brillantez, Russell se equivocó mucho en el tema más importante de todos: la existencia de Dios. Argumentó que ningún argumento a favor de la existencia de Dios tuvo éxito. Abordaré dos de sus críticas defectuosas.

Puntos para discutir

Primero, tomemos el argumento cosmológico. Hay una familia de argumentos cosmológicos, pero todos parten desde el hecho del cosmos hasta llegar a la existencia de un Creador del cosmos. Es un espécimen de uno de los muchos tipos de teología natural.13 Russell descarta definitivamente el argumento ofreciendo una versión de “hombre de paja”.

  1. Todo lo que existe debe tener una causa.

  2. El universo existe y por lo tanto debe tener una causa.

  3. Por lo tanto, el universo es causado por una causa primera (es decir, Dios).

Este argumento obviamente falla debido a la premisa (1). Si todo necesita una causa, entonces Dios mismo necesita una causa y, por lo tanto, no es Dios en absoluto, porque depende de algo fuera de sí mismo. Más allá de las respuestas incorrectas en los trabajos de los estudiantes, nunca he visto a ningún teísta dar este argumento claramente falaz. Pero incluso el gran Russell escribe: “Si todo debe tener una causa, esta puede ser el mundo o Dios, de modo que no puede haber ninguna validez en el argumento”.14

Considere un verdadero argumento cosmológico, que no es tan fácil de refutar.

  1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

  2. El universo comenzó a existir.

  3. Por lo tanto, el universo tuvo una causa.15

Hay argumentos más sofisticados contra las diferentes formas del argumento cosmológico, sin duda.16 Pero es notable que un hombre del calibre de Russell hiciera una crítica tan torpe.

Russell fracasó en todas estas supuestas refutaciones de los argumentos teístas, pero me ocuparé de uno más: el argumento moral. Muy simple, el argumento dice que sin Dios, no habría bien ni mal. Dado que existe el bien y el mal, entonces Dios debe existir como base del bien y del mal. Así es como lo expresa Russell, pero puede expresarse con mucho más detalle. Russell cree que puede derrotar todos los argumentos morales a favor de Dios planteando una antigua objeción, presentada por primera vez por Platón en Eutifrón (o Sobre la piedad). Platón escribe:

Si está completamente seguro de que hay una diferencia entre el bien y el mal, entonces se encuentra en esta situación: ¿esa diferencia se debe al fiat de Dios o no? Si se debe al fiat de Dios, entonces para Dios mismo no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no es una declaración significativa decir que Dios es bueno. Si vas a decir, como dicen los teólogos, que Dios es bueno, entonces debes decir que el bien y el mal tienen algún significado que es independiente del fiat de Dios, porque los fiat de Dios son buenos y no malos independientemente del mero hecho de que Él hizo a ellos. Si vas a decir eso, entonces tendrás que decir que no es sólo a través de Dios que el bien y el mal llegaron a existir, sino que son en su esencia lógicamente anteriores a Dios.”17

Russell toma este dilema para destruir el argumento moral. Sin embargo, el teísta puede escapar entre los cuernos del dilema señalando que Dios fundamenta lo bueno en su propio carácter, que es eterno y estable. Los mandamientos de Dios vienen de Su carácter y se ajustan al mundo que Dios ha hecho. Así, el dilema se disuelve.18

El panorama intelectual de la filosofía del siglo XX no puede concebirse sin la obra de Bertrand Russell. Esta pequeña muestra puede ayudar a los cristianos a apropiarse de algunas de las fortalezas filosóficas de Russell y criticar dos de sus argumentos contra el cristianismo.


Referencias
  1. Bertrand Russell, A History of Western Philosophy (Una historia de la filosofía occidental) (Nueva York: Simon and Schuster, 1972; publicación original 1945), 768. En defensa de la perspicacia filosófica de Pascal, véase Douglas Groothuis , On Pascal (Sobre Pascal) (Belmont, CA: Wadsworth, 2003).

  2. Bertrand Russell, “La adoración de un hombre libre” en Why I Am Not a Christian (Por qué no soy cristiano) (Nueva York: Touchstone, 1967).

  3. Véase la parábola de Nietzsche de “El loco”, en Walter Kaufmann, ed., The Portable Nietzsche (El Nietzsche portátil) (Nueva York: Viking, 1975).

  4. Bertrand Russell, Autobiography (Autobiografía) (Londres: Routledge, 2000), 9.

  5. Russell, Autobiografía, 9.

  6. Bertrand Russell, “La filosofía del análisis lógico”, A History of Western Philosophy.

  7. Para un tratamiento en profundidad, consulte Aaron Preston, “Filosofía analítica”, en The Internet Encyclopedia of Philosophy (Enciclopedia de la filosofía de Internet), https://www.iep.utm.edu/analytic.

  8. Francis Schaeffer estuvo de acuerdo. Véase “La importancia de la verdad”, The God Who Is There (El Dios que está ahí), 30° ed. (Downers Grove, IL InterVarsity Press, 1998).

  9. Bertrand Russell, The Problems of Philosophy (Los problemas de la filosofía) (publicación original en 1912; Indianápolis, IN: Hackett Publishing Company, 1984), 121.

  10. Russell, The Problems of Philosophy, 121.

  11. Russell, The Problems of Philosophy, 121.

  12. Russell, The Problems of Philosophy, 129. Sobre la visión de la verdad como correspondencia, véase Douglas Groothuis, “The Truth about Truth” (La verdad acerca de la verdad), Truth Decay: Defending Christianity against the Challenges of Postmodernism (La decadencia de la verdad: Defendiendo el cristianismo contra los desafíos del posmodernismo) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2000) y Stewart Kelly y James Dew, Understanding Postmodernism: A Christian Perspective (Comprender el posmodernismo: una perspectiva cristiana) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2017).

  13. Ver Douglas Groothuis, Christian Apologetics: A Comprehensive Case for Biblical Faith (Apologética cristiana: Un caso exhaustivo a favor de la fe bíblica) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2011), “Part II: The Case for Christian Theism”.

  14. Russell, Why I Am Not a Christian, 6–7. La actual reina de los argumentos de “hombre de paja” sobre el argumento cosmológico es la atea Rebecca Goldstein. Véase William Lane Craig, “36 Arguments for the Existence of God: Goldstein on the Cosmological Argument” (36 argumentos a favor de la existencia de Dios: Goldstein sobre el argumento cosmológico, https://www.reasonablefaith.org/writings/popular-writings/existence-natureof-god/36-arguments-for-the-existence-of-god-goldstein-on-the-cosmological-argument.

  15. Para una justificación de este argumento a favor de la teología natural, véase Groothuis, Christian Apologetics, 214–39, y J.P. Moreland, Love Your God With All Your Mind (Ama a tu Dios con toda tu mente), rev. y actualizado (Colorado Springs: NavPress, 2012), 161–71.

  16. Véase Groothuis, “Cosmological Arguments” (Argumentos cosmológicos), en Christian Apologetics.

  17. Russell, “Why I Am Not a Christian”, en Why I Am Not a Christian,

  18. Para un tratamiento detallado de este tema, véase James Hanick y Gary Mar, “What Euthyphro Couldn’t Have Said” (Lo que Eutifrón no pudo haber dicho), Faith and Philosophy (Fe y filosofía) 4, 3 (1987): 241–61.

Original en inglés: https://www.equip.org/article/bertrand-russell-an-atheist-philosopher-christians-should-know/

Traducido con permiso.

Traducido por el equipo del Proyecto ICI.

Douglas Groothuis

Es profesor de filosofía en el Denver Seminary y autor de más de una docena de libros, entre ellos, el más reciente, Walking Through Twilight: A Wife's Illness — A Philosopher's Lament (Caminando a través del crepúsculo: La enfermedad de una esposa, el lamento de un filósofo) (InterVarsity Press, 2017).