Quien Creo a Dios

Pero, ¿quién creó a Dios?.- Keith Loftin

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Sí, pero ¿quién creó a Dios?” Esta pregunta puede tomarse como un intento de atrapar al otro en encuentros de apologética, incluso para apologistas experimentados. En una cultura cada vez más condicionada a “ganar” argumentos con réplicas de frases cortas, los apologistas cristianos no deben reaccionar con desdén a esta pregunta común. Es cierto que esto es lógicamente similar a preguntar: “¿Quién es la esposa del soltero?”, “¿Quién hizo la jugada en la segunda base antes de que comenzara el juego?”, o “¿Dónde está almacenado el número tres?” Aunque extrañas, estas preguntas merecen una respuesta seria. No son preguntas falaces; más bien, se basan en aparentes malentendidos. Pero, ¿qué se está malinterpretando y por qué? Descubrí que tratar de comprender el punto de vista de otra persona no solo genera un diálogo más amable, sino también una discusión más fructífera. Así que tomemos la pregunta en serio.

¿Cuál es la objeción?

Los cristianos ortodoxos afirman que Dios es, como dice el Credo de los Apóstoles, el “creador del cielo y la tierra”. Eso, por supuesto, se enseña explícitamente en las Escrituras (p. ej., Génesis 1:1Génesis 1:1
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y Juan 1:3Juan 1:3
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). El
Credo de Nicea declara además a Dios el “creador de todas las cosas visibles e invisibles”. Tradicionalmente esto se ha entendido como una creación ex nihilo, es decir, una creación de la nada. Mientras que el demiurgo de Platón “crea” en el sentido de imponer orden sobre materiales primordiales preexistentes,1 el punto de vista cristiano es que Dios creó el universo a partir de la nada. No es raro que los cristianos argumenten a favor de la existencia de Dios sobre la base de varios tipos de diseño o el ajuste fino del universo. Una variación común de ese argumento razona que la mejor explicación para la asombrosamente improbable confluencia de características requeridas para que exista un universo que permita la vida como el nuestro, es que Dios existe como su diseñador.2 Después de todo, que esta confluencia sea el resultado de alguna feliz coincidencia o necesidad física es increíble.

Los escépticos, sin embargo, no están convencidos. El físico Stephen Hawking, por ejemplo, concluye su influyente libro A Brief History of Time (Breve historia del tiempo), preguntando: “¿Por qué el universo se toma tantas molestias para existir?… ¿Necesita un creador y, si es así, ese creador provoca algún otro efecto en el universo? ¿Y quién creó al creador?”3 El destacado ateo Richard Dawkins insiste: “La hipótesis del diseñador plantea de inmediato el problema más amplio de quién diseñó al diseñador”.4 ¿Cuál es exactamente la objeción? Aquí, tal vez, hay una forma de entender el razonamiento del escéptico:

  1. Todas las cosas fueron creadas por Dios.

  2. Dios es una cosa.

  3. Por lo tanto, Dios se creó a sí mismo.

A partir de ahí, es bastante simple derivar problemas:

  1. Ninguna cosa es capaz de traerse a sí misma a la existencia.

  2. Por lo tanto, Dios es incapaz de traerse a sí mismo a la existencia.

Consideremos esta línea de razonamiento. Claramente, los escépticos no creen (1) y (2). Sin embargo, los escépticos  creen que la creencia cristiana en la doctrina de la creación está resumida en (1), y también interpretan (2) como expresión de la afirmación de que Dios existe. La objeción se entiende mejor como un intento de resaltar una contradicción o un absurdo dentro del pensamiento cristiano. Si (1) y (2) son verdaderos, entonces (3) se infiere lógicamente. Pero la afirmación de que “Dios se crea a sí mismo” va en contra de un principio filosófico del sentido común, que Santo Tomás de Aquino explica bien: “No se conoce ningún caso (tampoco es posible) en el que se encuentre que una cosa es la causa eficiente de sí misma; porque si es así sería anterior a sí misma, lo cual es imposible.”5 En otras palabras, ninguna cosa es capaz de traerse a sí misma a la existencia. Y así, de las afirmaciones (2) y (4) se infiere la conclusión de (5): Dios es incapaz de traerse a sí mismo a la existencia. Dado que (3) y (5) son contradictorios, los escépticos razonan que los cristianos tendrán que dejar de creer que todas las cosas fueron creadas por Dios, que Dios es una cosa, o que ninguna cosa puede traerse a sí misma a la existencia – ninguna de esas premisas concederán los cristianos como opciones aceptables .

Repensar las cosas

¿Cómo deben los cristianos evitar esta contradicción? Ciertamente, los cristianos no querrán negar la premisa (4), ya que “traer cosas a la existencia” es una definición (aproximada) de “crear”. Pero, la premisa (4) no parece tener sentido. Si las cosas pueden llegar a existir por sí mismas, entonces, para todo lo que sabemos, el universo llegó a existir por sí mismo. Pero eso obviamente no es compatible con la comprensión cristiana de la creación. ¿Qué pasa con (3), la afirmación de que Dios se creó a sí mismo? Ningún cristiano querría aceptar esa afirmación. Pero dado que (3) es una conclusión (más que una premisa), si deseamos escapar de ella, tendremos que negar una o ambas de las premisas de apoyo de (3). Pensemos en cada una, comenzando con (2).

Lo que pensemos acerca de (2) dependerá en gran medida de lo que se entienda por el término cosa. No se preocupe: no es necesario que nos empantanemos en la semántica. Para dar a la objeción del escéptico la interpretación más generosa, podemos convenir que cosa significa simplemente una existencia (es decir, una entidad que tiene ser). En otras palabras, aunque cosa no es el término más halagador, los cristianos podrían convenir cosa como el término más genérico de los utilizados para referirse a las existencias, sin afirmar el origen de ninguna cosa. Esta convención permite a los cristianos aceptar que “Dios es una cosa”.

Con esto en mente, dirijamos nuestra atención a la premisa (1). Cuando entendemos mejor la objeción del escéptico, es decir, que deriva una contradicción de los supuestos cristianos, el término cosa se usa de manera equívoca (es decir, en diferentes sentidos) entre las premisas (1) y (2). Ahora, el equívoco es una falacia lógica informal, por lo que debe evitarse si queremos pensar con claridad. Considere el siguiente ejemplo de equívoco:

  1. Todos los partidos celebran elecciones democráticas.

  2. Mi cumpleaños es una celebración.

  3. Por lo tanto, la celebración de mi cumpleaños es una elección democrática.

Al usar celebración en dos sentidos diferentes (equivocando), este argumento nos da una conclusión que no tiene sentido. Pero dado que (6) y (7) reflejan la lógica de (1) y (2), vemos que la conclusión de (3) – “Por lo tanto, Dios es creado por Dios” – no se infiere de sus premisas anteriores más de lo que la conclusión de (8) se infiere de sus propias premisas. Entonces, podemos negar (3) porque no se infiere de (1) y (2).

Repensar al Creador

Pero la pregunta permanece: ¿deberían los cristianos aceptar (1), la afirmación de que “Todas las cosas son creadas por Dios”? En una palabra, no. Déjame explicarlo. A estas alturas, uno debe reconocer que los escépticos no están usando cosa en el mismo sentido que, por ejemplo, Pablo cuando dice: “Por medio de él fueron creadas todas las cosas” (Col. 1:16Col. 1:16
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). La doctrina cristiana de la creación no sostiene que Dios creó literalmente todo lo que existe. El cristianismo histórico afirmó siempre el comienzo absoluto de todas las cosas 
excepto de Dios.6 Esto es evidente en la siguiente frase de Pablo: “Él es anterior a todas las cosas” (Col. 1:17Col. 1:17
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; cf. Sal. 90:2Sal. 90:2
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). La doctrina de la creación sostiene que Dios creó 
ex nihilo (de la nada) todo lo que no es Dios. Entonces, la primera premisa del escéptico no expresa con precisión ninguna afirmación cristiana, y eso es importante porque socava la objeción de ¿Quién hizo a Dios?

Además, al ampliar el significado de cosa para incluir todas las existencias, los escépticos se ven envueltos en su propia trampa. Esto se debe a que si todas las cosas son igualmente contingentes (es decir, si todas podrían haber dejado de existir por igual), entonces no habría cosas en existencia, incluidos los escépticos mismos. En otras palabras, veo ante mí muchas cosas: imágenes, una computadora portátil, una ventana, árboles, todo lo cual perfectamente podría no haber existido nunca. Pero existen. Por tanto, para cada una de ellas hay una causa de su existencia. ¿Qué acerca de esas causas? Si las causas son en sí mismas cosas contingentes, entonces simplemente hemos pateado el problema para adelante; a la larga, nuestra explicación de las cosas debe culminar en la acción de una causa necesaria (es decir, una causa que no puede dejar de existir).7 Los escépticos deben pagar un alto precio por usar cosa para referirse literalmente a todos las existencias.

En la comprensión cristiana, uno de los atributos esenciales de Dios es la necesidad: Dios existe como un ser necesario. Dios no existe por casualidad; Dios debe existir. Es decir, no es posible que Dios no exista, que es precisamente lo que los cristianos quieren decir cuando afirman que uno de los atributos de Dios es la necesidad. Entonces, la noción de que Dios podría ser una cosa creada, es decir, una cosa contingente, es un malentendido fundamental de lo que los cristianos quieren decir con “Dios”.

Conclusión

Entonces, ¿quién hizo a Dios? La única respuesta puede ser “Nadie ni nada hizo a Dios”. Aunque podemos decir que Dios es una cosa en el sentido de que Dios es un ser existente, es un error pensar que Dios es por tanto una cosa contingente más. Detrás del uso equívoco del término cosa está la fusión del ser contingente y el ser necesario (el tipo de existencia que tiene mi computadora portátil versus el tipo de existencia que tiene Dios). Cuando falla en esta distinción, no sorprende que el escéptico esté confundido acerca de la doctrina cristiana de la creación (así como acerca de la naturaleza de Dios). Construir sobre una base confusa respecto de lo que los cristianos realmente creen acerca de Dios y la creación, la objeción escéptica “¿Quién creó a Dios?” se desliza hacia un callejón sin salida lógica. En lugar de descartar la objeción, los cristianos deben abordar con paciencia la confusión subyacente. Al tomar la pregunta “¿Quién creó a Dios?” en serio, los cristianos invitan a los escépticos a un diálogo más amable y también a una discusión más fructífera.

Notas

  1. Platón, Timeo, 28b–31b.

  2. Véase Douglas Groothuis, Christian Apologetics (Apologética cristiana) (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2011), 240–54.

  3. Stephen Hawking, A Brief History of Time (Breve historia del tiempo) (Nueva York: Bantam Books, 1988), 174.

  4. Richard Dawkins, The God Delusion (El espejismo de Dios) (Nueva York: Houghton Mifflin, 2006), 158. Cf. Graham Oppy, Arguing about Gods (Discutiendo a los dioses) (Nueva York: Cambridge University Press, 2006), 231–32.

  5. Tomás de Aquino, The Summa Theologica (Suma Teológica), en Introduction to St. Thomas Aquinas (Introducción a Santo Tomás de Aquino), ed. Anton C. Pegis (Nueva York: Modern Library, 1948), 1a q.2 a.3.

  6. Véase, por ejemplo, Iranaeus, Against Heresies (Contra las herejías), 2.1.1 y 2.10.4.

  7. Stephen Evans y R. Zachary Manis, Philosophy of Religion (Filosofía de la religión), 2ª ed. (Downers Grove: InterVarsity Press, 2009), 69.

Original en inglés: https://www.equip.org/article/but-who-made-god/

Traducido con permiso.

Traducido por el equipo del Proyecto ICI.

Keith Loftin

Es doctor en teología por la Universidad de Aberdeen, profesor asociado de filosofía y humanidades, y decano asistente en Scarborough College, Fort Worth, Texas.